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27 Jun
27Jun


Un día Meher Baba preguntó a sus mandalies lo siguiente:- ¿Por que la gente se grita cuando están enojados?:

Los hombres pensaron unos momentos:

Porque perdemos la calma - dijo uno - por eso gritamos.-

Pero ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado? - preguntó Baba - No es posible hablarle en voz baja? ¿Por qué gritas a una persona cuando estás enojado?

Los hombres dieron algunas otras respuestas pero ninguna de ellas satisfacía a Baba.

Finalmente él explicó:

Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar, para poder escucharse. Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia.

Luego Baba preguntó:- ¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran?

Ellos no se gritan sino que se hablan suavemente,¿por qué? Sus corazones están muy cerca.

La distancia entre ellos es muy pequeña.

Baba continuó - Cuando se enamoran más aún, qué sucede? No hablan, sólo susurran y se vuelven aun más cerca en su amor. Finalmente no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo. Así es cuan cerca están dos personas cuando se aman.


Luego Baba dijo:

Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más, llegará un día en que la distancia sea tanta que no encontrarán más el camino de regreso.

Cuento Zen


Se grita porque no se encuentra, o no se quiere encontrar, otra manera de expresar lo que se siente o lo que se desea. En circunstancias felices, el grito es liberador. Permite dar rienda suelta a un sentimiento, sin una razón diferente a la satisfacción de expresarlo. Ahí gritamos para hacer catarsis, para quitarle el tapón a una presión, sin agredir a otros. El ejemplo típico de ello es el gol, ese momento único en donde hay un grito de júbilo casi siempre compartido.

En otros casos, el grito solamente refleja la incapacidad -o la imposibilidad- de trasladar un mensaje, más o menos desesperado, a las palabras. Quien grita, demanda algo de quien lo escucha. En principio es mayor atención, pero detrás de esto también hay otras demandas que son más complejas.

En cualquier caso, el grito en lugar de aclarar la comunicación, lo que consigue es romperla. Quien grita hace notar el tono de su voz, mucho más que el mensaje que quiere transmitir. Lo que comunica, más bien, es que alguien está a punto de perder el control por completo y que el otro debe medir sus acciones antes de continuar. En este caso, el grito cumple una función de anular al otro. Nace del miedo y de la carencia, pero su efecto es llenar ese vacío por la vía de la imposición.

El grito agresivo pretende que el otro no se exprese, que no haya nada más qué decir. Finalmente, este tipo de grito lo que hace es llamar al silencio. No solamente al silencio del otro, sino también al silencio propio. En este caso, no es un silencio lleno de sentido, sino el silencio de la represión. El silencio que encubre todo aquello que se debería decir y que con los gritos queda sepultado en una oscuridad sin fin.



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