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12 Jul
12Jul


El cachorro de león, en su primera correría sin su madre, se sintió grande y poderoso, y lanzó al aire un fuerte rugido, como queriendo decir a todos en aquel desfiladero "YO SOY QUIEN MANDA AQUÍ", pero su euforia terminó súbitamente cuando escuchó el inconfundible rugido de otro león como respuesta, proviniendo de entre los peñascos.


Pasado el susto inicial, no le gustó aquello, porque él estaba hecho para ser rey. Entonces profirió un rugido mucho más fuerte aún, y nuevamente la respuesta fue otro rugido, más poderoso ahora.
El cachorro se quedó pensando, "¿no será una hermosa leoncita queriendo asustarme?". Y decidió lanzarle el llamado de cariño en el idioma león.

_ "GRRROUUUU", dijo el leoncito.


_ "GRRROUUUU", fue también la respuesta, y el cachorro se puso contento y fue a buscar a aquella preciosura, y como no la encontraba, ensayó diferentes llamados, luego de cada uno de los cuales recibía invariablemente el mismo sonido que él había lanzado antes.

Y así el joven animalito a la larga comprendió con desencanto que existía algo llamado eco.



Pero la mayor parte de la gente no comprende aún que en la vida todo es así, que todo lo que hacemos vuelve hacia nosotros, y que todo lo que nos sucede, bueno o malo, nosotros mismos lo hemos generado antes, porque la vida es un reflejo de nosotros mismos.


¿Ante quién quejarse entonces si las cosas no nos salen todo lo bien que quisiéramos?

¿No sería mejor comenzar a lanzar hacia la vida las mismas cosas que nos gustaría recibir?

¿Falta amor en el mundo?
Pongamos más amor a nuestro alrededor.

¿No nos quieren?
Amemos más.

¿No nos ayudan?
Ayudemos más.


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